el día es como un vagón sin parada
arrastrado por la máquina de las agujas
de un reloj implacable
el amanecer augura la tortura que falta
hasta la noche amada
y la noche a veces
deja de amar
el día es como una espera desolada
de desiertos inabarcables
sin camellos
ni oasis
el día a veces se hace insoportable
la noche después
cuando llega
es como morir sin permiso
de mi mismo
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y la cama, pequeña por defecto
se vuelve inabarcable por el cuerpo
en el ir y venir de las vueltas.
anoche moría ahogada por la soga de las sábanas tristes