podemos intuir que algo no va bien

cuando las pieles se revelan

cuando se maquilla la ansiedad de normalidad

cuando se vacían las botellas

en el rigor privado de las lágrimas

cuando todos los cuerpos son el tuyo

y los tuyos no son el mío

podría hablar de vos
como si no fueses vos
contarte que extraño ya a una extraña
pero que la extraño

podría sentirme yo
como si no fuese yo
convencerme de que encontré por fin
la pérdida

anestesiar una sombra
precio por escupir al sol
quemando una historia de prematuro final
que de dulce melodía pasó a ruido imberbe

la banalidad de la sombra
es ser esclava de la luz

no me olvido que hay un sol detrás

cantando armonías de luces intergalácticas

resonando en frecuencias invisibles

El cielo acaba de caer, está cayendo, anegando nuestro pasado, ahogando mi futuro, no se si podré acabar este texto antes de ser celestialmente aplastado, no creo que mis techos soporten esta furia vertical.

Y yo que pensaba que lo divino no hacía ruido al estrellarse, pero es atronador, alguien que haya oído el grito de las nubes podrá corroborarlo; esta vez el ataque está siendo devastador, no se respetaron las más básicas convenciones de las guerras húmedas: está estipulado que los truenos deben preceder los primeros ataques,

avisar previa furia, y esta vez no fue así,

no nos dió tiempo ni de armarnos,

ni de amarnos,

ni de resguardarnos.

Creo que hasta las estrellas serán lanzadas contra nosotros,

(cuando caiga la noche, esta vez literal)

para rematar las ruinas que queden,

para que nunca hayan existido ni los vestigios de nosotros...

nos agarró desprevenidos la tormenta

yo lo acepté, no se puede luchar contra un enemigo más fuerte

vos seguís asustada

anidada en algún rincón de mis latidos

no te va a servir

aceptemos juntos la muerte

para renacer diversos

Y me llamaste Tristeza con mayúsculas
no “logro”
no “posibilidad”
no “alegría factible”
ni siquiera entré en el terreno de la probabilística
no fui llamado Esperanza con mayúsculas

Te entregaste a ilusiones de éxitos banales, inmediatos
falsos
te entregaste a seguridades programadas
falsas

nos rendimos en el silencio de callarnos
rendimos los verdaderos éxitos mayúsculos

Mentiste
a mi,
a él
a vos,
por no dañar a ninguno
dañaste todo
a vos la segunda
a tu futuro el primero

Quedamos otra vez huérfanos
por tus decisiones
por tus in-decisiones

Y seguiré siendo Tristeza con mayúsculas
y seguirás mintiendo
hasta el final
porque es más fácil creer en el frío lejano
que en el calor próximo
el que desechaste
ya sin perdón

Que miedo da cumplir los sueños
¿porqué después que queda?
sólo una tristeza mayúscula
que parece inspirarte más
que las alegrías que pudiste

Que miedo da cumplir los sueños
que miedo da creer que todo pueda acabar bien
porque quizás:
¿todo acabaría?

que miedo dan las interrogaciones absolutas

Brindo ahora
mi copa contra la mía
sólo quedé yo

superviviente de vos

y ahora
sin tristezas

ni mayúsculas

Al final pasó lo inevitable, los silencios se multiplicaron tanto que se hicieron incontenibles, aparecían mudos, como las noches sin luna, sin piedad violaron y asesinaron a todas las palabras, en todas las lenguas, las vivas y las muertas.
Una a una fueron desapareciendo, dejando las páginas de la historia huecas.
Sólo una resistente supo esconderse más allá de lo imposible, de lo impasable. Los ejércitos de los silencios sabían que si una sóla palabra perduraba corrían el riesgo de la disgregación de sus letras, de las que nacerían otras conjunciones primero, unos pocos artículos después, crecerían los adjetivos que darían a luz a nuevos verbos, fuentes de la creación, y habría sido sofocada la muda revuelta.
Perdieron al final las hordas calladas.
No pudieron con la única palabra irreductible:
nunca.

El momento se acerca, y el tiempo se dilata proporcionalmente. Los primeros días, cuando me alisté a esta prisión, pasaban como pájaros migrando, una página en blanco era igual al blanco de la siguiente, y últimamente a medida que el día de mi liberación se acerca, ese blanco me deslumbra más, duele, quizás porque la fecha no es concreta,

sólo se intuye vecina.

arrugado
roto en pedazos aun legibles, pero sin continuidad
sin voluntad ya de reunir los fonemas (que una vez fueron palabras brillantes)
retazos de memorias injuriadas
pisados en un suelo de aguantes no siempre infalibles
lo que fue ya fue
el verbo se quebró
que pena no haber leído
el texto completo

Imagen por mi

Para entrar en la ciudad perdida, debes olvidarla primero.

En la ciudad perdida los habitantes no recuerdan dónde van, y al rato no recuerdan de dónde vienen.

Las calles son laberintos no con una, sino con múltiples salidas, tantas que aun se siguen contando, tantas que nadie sabe por dónde salir.

Ningún habitante tiene nombre, son llamados por diversas intensidades y grados de interrogación, como las calles.

Las sombras son reflejos de imágenes perdidas en la memoria, tantas que confunden.

Los niños se olvidan de crecer y los padres de encontrarlos, y todos son niños, padres y madres de todos.

Nadie pelea con nadie porque nadie recuerda el motivo de las peleas, algunas se evitan incluso antes de que empiecen.

Y nadie muere nunca, ni la muerte se recuerda.

Para entender la ciudad perdida, debes olvidarla antes.

me alejé de las primaveras, para florecer siempre
para ser siempre florida
miré al suelo de mi semilla, para recordar de dónde vengo
para saber que donde voy es a la espesura de campos de infinitos alimentos
no puedo elegir a quien nutrir
será a todo
porque mi energía se convertirá en la tuya
porque moriré siendo el pan de todas las mesas
dando vida

desde un pasado remoto recibí una llamada esta noche
ahora hace minutos
desde un país lindante
completamente inesperada
inoportuna
el silencio se apoderó del mundo entero cuando colgamos
por lo menos del mío (del suyo lo dudo)
ya no tenía ilusiones, creía
pero la voz del otro lado las despertó de nuevo
existían todavía
y otra vez fue corroborado que las ilusiones eran sólo eso:
ilusiones

recordé tantas cosas que no quería recordar
que no recordaba
algo que casi pasó
que nunca llegó a pasar…
y un pasado en el que desayunaba mi propia sonrisa
almorzaba despreocupaciones
cenaba felicidades extremas
sin extremismos
reales
hacía el amor felizmente con futuras llamadas entristecidas

la realidad fue derrepente un silencio telefónico

maldita llamada

salí fuera a bailar con mi habitual compañera nocturna, la más fiel:
mis líquidos de uvas fermentadas
la luna medio preñada
la estela de un avión rumbo a cualquier sitio
apetecible por ser cualquiera, menos este
esa estela alargada que recortaba hasta las estrellas
empezaban a asomar ya lágrimas pretéritas
de otras llamadas no tan recientes
ebrias, perdidas, dolorosamente absurdas
atrozmente egoístas
in-entendibles
porque un pasado imposible llama a otros que fueron casi posibles
y otra vez fue corroborado que las ilusiones eran sólo eso:
ilusiones

después el milagro
otra llamada
ahora hace segundos
brutalmente oportuna
y fue corroborado que las ilusiones pueden ser sólo eso:
reales

bendita llamada