conviene estar preparado
a la tormenta y al sol
a la danza y la alegría
a la flor, la espuma y el polvo
a tu espesura que no muere
a las llamadas desde lejos
a los gritos desde cerca
a los abrazos que no llegan
y a los que puedan llegar

para no confundirme otra vez con la muerte
con la estrella lejana
para saberme reparado
por si se me caen de nuevo los ojos de tanto vértigo
in-so-por-table

conviene estar preparado
a las convicciones enfermas
a los clamores de nosotros
al olvido, la leyenda y la locura
a entender esta estructura de carne
pequeña y somnolienta
cansada
y más pequeña aún
que un recuerdo que se va despidiendo
despacito

conviene estar preparado me digo
me repito
y me re-digo
para las treguas y las rendiciones
el perdón
la vida futura
los exámenes de última hora
las brumas, las alergias
las normas anormales
los suburbios
lo insondable

la sangre de uno