Todas las masacres con sus negras cifras fueron mías:
Ruanda, Varsovia, Colombia, Stalingrado, Viet-Nam, Auschwitz, El Chad, Congo, Somalia, Armenia y las cientos que me dejo.
Todos los verdugos con sus nombres y etiquetas fui yo:
hutu, tutsie, gemel rojo, nazi, guerrilla, religioso integrista, comunista, capitalista, progresista, izquierdoso, derechoso, revolucionario,
coronel campesino de muertes, soldado obediente (¿inocente?)
y los cientos que me dejo (por no empapar toda esta hoja)
todas las trincheras fueron mis casas, y los frentes, las retaguardias
y los tribunales de injusticia
todos los cadáveres fui yo
toda la Historia fue la mía
cada lágrima de cada errada convicción
cada oro expoliado, cada herida robada
cada amigo, cada hermano
mis hijas violadas delante de mis hijos descuartizados
mis padres y mis madres abandonados de inanición
todos los llantos fueron mios
porque no entiendo como nadie
entiende las lágrimas vecinas
todos los hombres fui yo
que también soy hombre
igual, o casi
(y cuanto más voy entendiendo)
menos hombre que mañana
realmente preciosas palabras